* Gracias, muchas gracias mi maestro,
vengan tus piquitos, picos, picotazos,
en silencio,
en arrullo,
en grito agudo,
vengan cariñosos tus fulgores
Estrella rutilante,
venga la ardiente lava que corría por Pompeya
ella,
funda,
confunda en mágico abrazo
una naciente amistad que se refunda,
se hunda en lo más íntimo del éter
tu y yo tan fraternos
sempiterno bardo
envidiado en el cielo y el Averno.
Hombre tierno,
excelsa madre,
abre mi corazón sus puertas,
dócil a tu cariñoso poema
cuyo tema,
exalta un puntito del Planeta,
aquella Ana la que fue luciente,
siente que revive con tu verso.
Eres el que parte y reparte con su Arte
te sigo, te consigo, te persigo
montada
atada
consolada
en la cola-ola de una dulce melodía
que en mis oídos baila cuando apareces por Muestrario.
No te pierdas Profe, que los días son oscuros,
tu presencia tiene la esencia necesaria
que aplica conciencia suficiente
para estimular una gran lira.
Algún día, verdadera poeta para vos.*
*Ana Lucía Montoya R*
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