martes, 2 de junio de 2009

A LA MUERTE DE INDAH

Quiso tu dios unir a su paleta
el color de tu ser y la alegría
sonora de tu verso, y así un día
nos reclamó tu alma de poeta.


Volaste alto, niña Blanca, esteta
-muerte, valor, dolor, melancolía-,
y así fuiste aún más nuestra y aún más mía
al dejar tu tejado y tu veleta.


¡Qué sola se quedó la madrugada!
¡Ay, que el añil nos falta y que no vemos
la luz de tu pincel, que es sentimiento!


¡Ay, Indah, niña nuestra bien amada!
Ya no ha de amanecer, que no tenemos
tu palabra, que era nuestro alimento.


Blanca Barojiana

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