lunes, 31 de mayo de 2010

A mi hermano


.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
En esa ambición de milagros imposibles
ha quedado la ilusión desamparada.
La muerte es termino y luego
silencio y nada.

Las lágrimas derramadas son por ti
que irás a donde tu presencia estará
mientras acá me habitará tu ausencia, infinitamente prolongada.

La muerte, dolorosamente anunciada,
llegará a la puerta de mi casa abandonada
y luego ya no ladrarán alegres los perros
al escuchar tus pasos, en alguna madrugada.

Guzmàn Lavenant

No hay comentarios: