
Me pediste una poesía, María Concepción.
Tal vez porque intuís que en el poema durás.
De su verdad artificiosa extraés lo mínimo
para cruzar de un amanecer a otro.
El salto de la alegría entre luz y sombras
lo ejecutaste sin duda alguna, sin temor,
también sin ningún reproche, sólo con amor.
Y la vida te concedió muchos deseos.
Ahora, sin conocerlo en persona, ganaste
el aprecio del poeta. En sus letras te evoca
El nota que creaste de la desesperanza
un futuro promisorio y guiaste a tus hijos.
Esta poesía la escribo con el corazón lleno de alegría.
Así te la obsequio.
Oscar n. Galante.
La Plata, 5 de Octubre de 2010
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