La piel se me estira avergonzado
de oir que la señora me declama,
un poema que a las damas las proclama
en justicia de su hacer emocionado.
Henchido de glorias me declaro
al oir que me llaman por mi nombre,
soy ya gordo, llegando a lo deforme,
disfrutando al oiros, los halagos.
¡ Que guapas soy..., "moño"!.
Emilio Medina M.
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