Te robé las palabras cual si fueran
para mí dichas y para mí escritas.
Te robé las palabras, las benditas
palabras que tu alma sostuvieran.
Palabras como barcas que partieran
alegres a otro puerto, al fin ahítas
de vivir apresadas y contritas,
palabras que a otro ser pertenecieran.
Oh, mísera de mí, que en lo sombrío
las amo, la venero y las arrullo,
llenándolas de amor contra mi pecho.
Qué criminal placer es éste mío
de asaltar lo que es ajeno y tuyo,
de gozar lo tomado sin derecho.
Blanca Barojiana
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