Quisiera ser Dios, para que tus sonetos
se conocieran en todo el Universo.
Haría que los leyeran, verso a verso,
por medio de uno, cien o mil decretos.
Las putas, por ejemplo, simplemente,
al eco del amor y la belleza,
alzarían al cielo la cabeza,
convertidas en puras, de repente.
En los Geriátricos, donde los ancianos
parecen carne loca y olvidada,
a partir de tu magia inusitada,
les nacerían flores en las manos.
Pero, debo admitir que he fracasado.
No soy Dios, ni Héroe, ni Profeta;
soy alguien que se las daba de poeta
y que se inclina ante tu don sagrado.
Jorge Luis Estrella
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